Ya no me digas nada, que hasta tus mentiras lo dirán todo
y quiero que tomes las bolsas de recuerdos nuestros, que
los lleves al hombro durante tu largo camino, que algún
día te vio de ida y que ahora presenciará tu regreso.
Ya no me digas nada, que a veces las explicaciones sobran
y los silencios dicen mucho más que cualquiera de tus pala-
bras vacías.
Ahora suéltame la mano y besa mi mejilla, entrégame tu
última rosa, que solía ser roja de pasión y ahora en nuestra
despedida, es de color azabache como esta noche que no
perdona.
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