lunes, 4 de enero de 2010

Por la mañana

Yo estaba dormida. No sé por qué desperté,
pero ella estaba ahí, diciéndome cosas cotidianas
y yo casi no podía hablar por el sueño.

Quería decirle algo, algo que casi nunca le he
dicho. Quería gritárselo lo más fuerte que pudiera,
pero me quedé dormida sin darme cuenta. Aun
dormida, comencé a preguntarme por qué no se lo
decía, no era tan difícil, era simplemente pronunciar.

Entonces desperté, y me di cuenta que en ese momen-
to no quería decírselo, mas bien, no me atrevía a decír-
selo.

Me sentía algo tonta por el sentimiento de orgullo,
que me nacía desde el fondo de mi alma para retener
esto tan simple.

Te quiero, mamá....

No, no podía. No, no lo entiendo.

Eran doce letras, eran tres palabras, era un sentimiento.
Pero no pude.

1 comentario:

  1. a veces decir algo tan simple se vuelve muy complicado, pero el sentimiento es lo que importa aunque no lo digamos

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