tentador.
Lo miré. Estaba de espaldas sin saber que yo estaba ahí
¡Cuán llamativa era la situación y cuán peligroso el resultado!
Pero, como siempre, había un pequeño detalle: No estaba
solo. Sabía que las cosas no podían ser perfectas, pero cuando
vi a su compañía desaparecer por aquella ventana, no pude
evitar esbozar una sonrisa maliciosa.
Mis ojos brillaron, lo tomé por la espalda, giré su cuerpo de
manera violenta por lo que se asustó, pero no alcanzo a tener
reacción alguna. Entonces mi crimen estaba cometido sin tes-
tigos ni culpas.
Sacudí mi ropa y volvió esa sonrisa malvada a mi rostro. que
desapareció lentamente al alejarme de ese lugar, dejando a
mi espalda el cuerpo inmóvil de pié de ese chico, por el impacto
que causó esa acción.
Sólo recuerdo que di tres pasos, me tomaron por la espalda,
(como repitiendo la escena anterior, tomando en cuenta que
ahora era yo la víctima) me giraron de igual forma y me besa-
ron otra vez deteniendo el tiempo...
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